jueves, 31 de enero de 2013

Reflexión y autoconocimiento


Durante la pubertad (entre los trece y catorce años de edad) se desarrollan áreas cerebrales que favorecen la reflexión y el autoconocimiento. El adolescente ya no necesita la mediación de un adulto para encauzar sus emociones; le basta con replegarse mentalmente sobre sí mismo (autocontrol) y analizar de modo flexible —a través de su lenguaje interno, la memoria de sus experiencias y las enseñanzas valóricas recibidas
— aquellas circunstancias que le generan ira o miedo — Esto le permite buscar soluciones adecuadas. A menudo, la conversación con sus pares, un encuentro reflexivo en el cual se produce un intercambio de experiencias y posibles soluciones, es muy efectiva en devolverle la calma. El adolescente protege su intimidad frente a sus padres. Guarda silencio cuando lo interrogan acerca de su mal comportamiento, especialmente si la comunicación afectiva en su familia es débil. Por principio y doctrina rechaza los consejos del adulto, sobre todo cuando son entregados con la actitud benevolente de la persona sabia y experimentada que se acongoja al ver la ineptitud e inmadurez de los chicos o que pontifica en tono solemne olvidando una regla de oro: escuchar.

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