viernes, 7 de diciembre de 2012

No juzgues


Siempre que corrijas a alguien, sé muy meditativo, sé muy silen­cioso; mira todo el asunto desde todas las perspectivas. Tal vez es­tén haciendo lo correcto, y tu recelo no sea justificado.
Por eso cuando digo: «No juzgues», quiero decir que ninguna acción te da el derecho de condenar a una persona. Si la acción no es correcta, ayuda a la persona, averigua por qué la acción no es co­rrecta, pero no se trata de juzgar. No le arrebates la dignidad a la persona, no la humilles, no le hagas sentirse culpable; a eso me re­fiero cuando digo: «No juzgues.»
Nunca, ni por un momento, dejes que la persona se sienta que está siendo juzgada. Al contrario, hazle sentir que ha sido ama­da; has intentado corregirle por amor.

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