martes, 4 de diciembre de 2012

Desarrollo afectivo del adolescente


Tras el período turbulento de la preadolescencia la conducta de los jóvenes suele sosegarse. Las relaciones familiares dejan de ser un permanente nido de conflictos violentos la irritación y los gritos dejan paso a la discusión racional, al análisis de las discrepancias, a los pactos y los compromisos.
Esto significa que el adolescente ha conseguido librar con éxito el anterior combate contra las exigencias libidinales infantiles de las que no obtiene ya satisfacción y está dispuesto a afrontar las dificultades que conlleva su nueva condición por fin plenamente asumida de joven adulto.
A partir de este momento el conflicto se desplaza desde la ambivalencia afectiva a la reivindicación de ciertos derechos personales entre los que destacan las exigencias de libertad e independencia, la libre elección de amistades, aficiones, etc.
En resumidas cuentas en este segundo momento de la adolescencia, los intereses afectivos de los jóvenes abandonan masivamente el ámbito familiar estableciendo nuevas elecciones de objetos afectivos extra familiares como es propio de todo adulto.
El problema reside en que la afectividad va mas allá de la familia, pero el adolescente sigue viviendo –y tal vez por mucho tiempo- en el domicilio paterno.
                                                                                   

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