viernes, 10 de febrero de 2012

Respeto


Palabras de OSHO
Hace tiempo un primer libro de OSHO llego a mis manos. En ese tiempo mi espíritu se abalanzaba desesperadamente por la búsqueda de lo utilitario. Por lo que un libro me robaría tiempo para continuar produciendo y sin pensarlo lo arrumbe en el librero. La edad cronológica me alcanzo y lo utilitario solo dejo rastros de desgaste corporal. Confieso que requiero de lo utilitario…sin embargo aprendí que ni todo el oro del mundo me dotarria de lo que OSHO ha ido sembrando gradual y pacientemente en mi alma; “un camino espiritual a seguir, para deleitarme en este paraíso terrenal”. Amo cada palabra  que vierte un iluminado. Mi alimento diario se centra en la inutilidad y el infinito placer de gozar mi corazón, al saberme capaz de amar.
Bajo este preámbulo de sensibilidad y para quienes han dado vida en este mundo hoy les  dejo en mi amado rincón palabras textuales de un iluminado universal….retorno en breve y gracias por seguirme.

Me gustaría que fueras respetuoso con los niños.
Los niños se merecen todo el respeto que puedas darles, porque son tan nuevos, tan inocentes, tan cerca de la divinidad. Es hora de respetarles, no de obligarles a rendir respeto a todo tipo de perso­nas corruptas, astuto, avieso, llenos de porquería, sólo porque son mayores.
Me gustaría invertir todo este asunto: respeta a los niños por­que ellos están más cercanos a la fuente; tú estás lejos. Ellos toda­vía son originales, tú ya eres una copia. Y ¿entiendes qué es lo que puede suceder si eres respetuoso con los niños? Entonces, a través del amor y del respeto puedes ahorrarles el que vayan en la direc­ción equivocada, no por miedo sino por respeto y amor.
Mi abuelo.... no le podía contar mentiras a mi abuelo por todo lo que me respetaba. Cuando toda mi familia estaba en mi contra pude por lo menos depender del anciano. A él no le preocupaba que todas las pruebas estuvieran en mi contra. Él decía: «No me im­porta lo que haya hecho. Si lo ha hecho él, debe de estar bien. Le conozco, no puede haber hecho nada malo.»
Y si él estaba de mi lado, por supuesto, toda la familia tenía que replegarse. Yo le contaba todo lo que había pasado, y él me decía: «No hace falta preocuparse. Haz aquello que te parezca correcto, porque ¿quién si no puede decidir? En tu situación, en tu lugar, sólo tú puedes decidir. Haz lo que te parezca correcto y siempre re­cuerda que yo estoy aquí para apoyarte, porque no sólo te quiero, además te respeto.»
Su respeto hacia mí fue el tesoro más grande que pude recibir. Cuando se estaba muriendo yo me encontraba a cien kilómetros de distancia. Me avisó para que fuera inmediatamente porque no que­daba mucho tiempo. Fui rápidamente; en dos horas estaba allí.
Era como si me estuviera esperando. Abrió los ojos y dijo: «Es­taba tratando de seguir respirando hasta que pudieras llegar. Sólo te quiero decir una cosa: ahora ya no estaré aquí para apoyarte, y necesitarás apoyo. Pero recuerda, donde quiera que esté, mi amor y mi respeto seguirán contigo. No le tengas miedo a nadie, no le tengas miedo al mundo.»
Esas fueron sus últimas palabras: «No le tengas miedo al mundo.»

Ahhh!!!….maravilloso, lo releo y lo releo y no me canso de retornar a mi interior. Hoy me respeto..bye

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por dejarme tus comentarios